lunes, 20 de diciembre de 2010

Crónica de la presentación de "Entre Cartones", de Raquel Bullón, en Madrid

Entre Cartones contiene: 47 cartulinas de 9 cm por 9 cm, 1048 palabras, 31 imágenes, 2 archivos adjuntos, un cordón, una fe de erratas y un cartón plegado. Escrito in extremis, a corazón abierto; montado uno a uno, mano a mano.
¡Atención! No es apto para adultos con ideas preconcebidas. Posee piezas incomprensibles que podrían ser causa de asfixia emocional si no son correctamente ingeridas. Para evitarlo es recomendable no tratar de devorar todos los pasteles de una sentada. Distribúyalos a demanda, en el orden que desee y repita de los que más le gustaron las veces que quiera. No engordan.

Entre Cartones es el primer libro de la autora donde aúna sus dos géneros favoritos: la literatura hiperbreve y la poesía visual. Libro pequeño, de edición y contenido cuidado. Ocupa poco espacio en la mesilla de noche y espera que mucho en la cabeza y en el corazón.




 "La presentación fue mejor que bien. el café lleno, todos los libros que llevamos vendidos, amigos y enemigos, vino, poesía. Mejor imposible. Estoy contenta, muy contenta.", dice la autora.



Poema antibala





"Notas de autora" pre y post evento
J. Seafree hizo una bonita reseña publicada en BOEK

viernes, 17 de diciembre de 2010

Acto de presentación de "una luz de relámpagos", de Jesús Belotto, en Elda


Por Rafael Carcelén

frontispicio

A propósito de la cocina de la abuela, soy de los que piensan que sin una pizca de atrevimiento y un buen manojo de ingenuidad, apenas si hay hoy receta estética que merezca ser catada. Y más en un panorama como el actual donde lo esclerotizado, lo que funciona y se vende, se repite hasta la glotonería. Porque bien mirado, el poema siempre supuso lanzarse a un abismo en el que nadie sabe si acabaremos remontando y volando más o menos en armonía o estrellándonos precipitadamente contra la papelera. Como a Ícaro, al poeta, le corroe un hambre por aquello que no entiende o no capta o no interpreta. Y su apetencia no es la del esnob que aspira a deslumbrarnos con imágenes alucinantes, cuanto la de quien persigue (otra vez Ícaro) la transparente luz de “los ojos deseados que llevo en mis entrañas dibujados”, en la insuperable imagen de san Juan de la Cruz. Y, aun cegado y desorientado, su impulso es incontenible. Como su precipitación reiterada hacia el fracaso. O no. Porque al fin y al cabo es el vuelo, no las plumas, lo que anhela el auténtico poeta (según Rainer Kunze). Algo que alguna vez ocurre “y ya nada vuelve a ser lo mismo” cuando el virus calcina en el poema.

 

Por momentos la lectura de estos diez poemas puede, como las magdalenas de Proust, retrotraernos al realismo sucio (Carver, Bukowski, Roger Wolfe, etc.) o a ciertos escenarios aledaños al expresionismo. Pero me agradaría más emparentar a Jesús con Juan Gelman y lo que yo llamaría su ternura crítica, esa sensación que nos permite encontrar amparo en algunas palabras para seguir conviviendo y que, tan magistralmente, sustenta muchos poemas del argentino. O lo que denominaría la ironía fecundante de Ángel González, y cuya distante mirada, aunque más empática que antipática, más compasiva que altiva y, sobre todo, más solidaria que frívola, nos ayuda a comprender desde dentro la problemática de todo lo humano y el desamparo en que habitamos. Hay varios guiños a estos grandes poetas en la plaquette.

 

Como ambos, Jesús Belotto afronta el poema sin esperanza “en la belleza de las putas”, pero con convencimiento de albergar “certezas que me asaltaron en sueños”. Porque apenas si esta fragilidad está gestándose perpetuamente en la urdimbre de todo proceso creador. Y sin su dosis de insatisfacción, sin esa cucharadita de rebeldía, estos poemas no serían lo que son. No se habrían incubado en él. A pesar de su desesperanza, de su renuncia, de su descreimiento. O precisamente por ellos. Y aun sabiendo que no son el mismo Ulises aquel que partió y el que regresa. Aunque las palabras sean trampas, y el poeta un fingidor, que diría Pessoa. Porque también nosotros, igual de ingenuos y desprevenidos, avanzamos bajos de defensas como él. Como cadáveres o maniquíes extrañamente sorprendidos. Y entre paréntesis. “Como un piso abandonado;/ no por vacío, sino por helado”.

Sí. Una luz de relámpagos: eso es el tiempo, se nos dice antes de llevarnos hasta un banco de un parque. A esa intemperie que es el poema. Tal es la constatación a la que aspiran responder estos textos. Y nada más. ¿O nada menos?.  That is the question, que dijera el otro. Por eso hypocrite lecteur,-mon semblable,-mon frère!, ha llegado la hora de que degustes estos mínimos destellos y de que, a propósito de la cocina de la abuela, paladees sus más íntimos jugos. Al raso. Sin argucias. Atrévete. No te arrepentirás. Quedes o no atrapado entre sus cepos. Y que aproveche.

Rafael Carcelén



Rafael Carcelén presentando el acto






Jesús Belotto







Fotografías de Tania y Bruno

martes, 14 de diciembre de 2010

Crónica del acto de presentación de la revista Poe + en Madrid

Con muchas más adversidades de las inicialmente siempre previsibles, alguna ya irreversiblemente desgraciada, finalmente pudo llegar a puerto el acto de presentación de la revista Poe + en Madrid el pasado sábado, 11 de diciembre.

Y ello fue posible porque nuestros colaboradores y asistentes en general afrontaron con determinación la necesidad de improvisar y sacar adelante el acto. Ágradó bastante, según las noticias que nos van llegando. Asistieron en torno al medio centenar de personas y las caras no eran de descontento sino animosas y sonrientes durante las dos horas que duró. Les mostramos nuestro mayor agradecimiento. En realidad, la revista la hacen estas personas.


Bruno Jordán presentando el acto

Intervención de Bruno Jordán

Intervención de Allan Martínez

Intervención de Ester Astudillo

Intervención de Fátima Núñez-Delgado

Intervención de Javier Ocaña (J. Seafree)

Intervención de Jesús Belotto

Intervenciones de José Manuel Gallardo


Intervención de Puri Martins

Jesús Belotto con la cineasta Arantxa Aguirre


martes, 7 de diciembre de 2010

Ascenso al Aconcagua. Crónica de Anahí Flores.

Ascenso al Aconcagua

Introducción

No hace falta presentar al Aconcagua. Uno menciona su nombre y la imagen de la montaña de 6962 metros se dibuja en el aire frente a nuestros ojos. Tampoco es necesario presentar a Oblogo; uno dice Oblogo y la imagen de la pequeña revista de 23 gramos y 16 páginas aparece, también, como si estuviera presente. Entonces, ya tenemos en nuestra mente a los dos protagonistas de esta historia: una revista pequeña, una montaña inmensa.


Si bien, como todos saben, Oblogo dio sus primeros pasos en Buenos Aires, a medida que los números se editaban fue llegando a tierras más lejanas. Al  principio probó desplazarse sólo en el plano horizontal. Fue hasta la ciudad siguiente más cercana, luego a la otra, después a la provincia de al lado, etc. Hasta que se topó con la cordillera, donde descubrió la tercera dimensión: el suelo iba hacia arriba y Oblogo decidió, sin dudarlo siquiera, acompañar el ascenso. Claro, tan fácil no era: a medida que ganaba altura, la falta de oxígeno la mareaba (¿o montañizaba?), algunos posts se le mezclaban y ciertas páginas se confundían entre sí. Ante esos inconvenientes, decidió ponerse a entrenar y, desde hace algunos números, viene ejercitándose para conseguir su ascenso anhelado: el Aconcagua.
 



La lectora va a subir al Aconcagua (no hasta la cima, sino hasta el campamento plaza de mulas). Y, allí, se va a dedicar a repartir revistas oblogo (pesan 23 gramos, livianitas, es algo fundamental en la montaña que lo que sea que uno lleve sea liviano). Y todo esto va a ir siendo relatado desde el site de la revista oblogo (incluso con envíos hechos desde el propio Aconcagua).
 
Texto y foto: Anahí Flores.
En la foto: Miguel y Oblogo tomando mate a cinco mil metros de altura.